domingo, 31 de agosto de 2014

Una pregunta, un ¿te crees guay?, una respuesta que daría yo, si no fuese yo, no sé.

No me creo ni más, ni menos de lo que soy. Ni soy guay, ni me lo creo, ni quiero serlo, porque ¿Qué es ser guay? ¿Llevarte bien con todo el mundo? Eso es de hipócritas, ¿Llevarte mal con todos? Eso es de subnormales. Hoy en día para ser guay hay que ser una cabrona e ir pegando por ahí a todo el mundo, o ser una puta y llamarselo a otras, o pegar a alguien por serlo. Solo llevarte con los otros cuatro que son iguales que tú y no aceptar ni respetar a nadie más, fumar, beber de más, decir que eres diferente y seguir las modas igual que todos. Hay que ser la que más grita y a la que todo el mundo da la razón, pero la mayoría de las veces amigos tiene pocos y todos iguales, saber cotilleos de todos y que todos cuenten los tuyos, y básicamente eso. Opinar sin saber y actuar sin pensar.
Obviamente ni soy guay, ni me lo creo, ni quiero serlo.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Vuelven a ti como el asesino vuelve al lugar del crimen.



Me invaden la rabia y la frustración.
Me tiemblan las manos y me arden las mejillas, el color rojo las alcanza con una rapidez asombrosa.
Las lágrimas brotan de mis ojos y resbalan por mis mejillas, quiero gritar, quiero gritar y sacar todos esos sentimientos fuera, estoy cansada de sentarme en silencio y pensar a gritos, estoy cansada de la gente que solo juzga, quieren cambiarte para no tener que cambiar ellos, quieren que te sientas culpable de ser como eres, te declaran culpables y se sienten víctimas, ¿victimas de qué? Tal vez el asesino sea tan solo una víctima constante. Sin embargo no les basta con arrancarte la autoestima, quieren sobresalir por encima, quieren que seas su escalera para llegar a lo más alto, quieren pisarte. Y vuelven. Vuelven a ti como el asesino vuelve al lugar del crimen.